El clima, el precio, el manejo. Cuatro productores de la región explican cómo se da esta campaña su vínculo con el cultivo.
Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en la actual campaña se sembraron 1,7 millones de hectáreas de girasol. Un 39,3% más que en el ciclo anterior. La entidad, que realiza su análisis en función de 14 regiones agroecológicas, detalla que en 13 de ellas se siembra girasol pero son 6 las que concentran el 96,3% del área con el cultivo.
De acuerdo al informe, el NEA, el centro norte de Santa Fe, el norte de La Pampa y el oeste y centro de Buenos Aires son las regiones que dan cuenta del mayor crecimiento en superficie. Puntualmente, el NEA alcanzó las 325 mil hectáreas (un 80,6% más), el centro norte de Santa Fe las 230 mil (64,3% más), el norte de La Pampa y el oeste de Buenos Aires sembraron 130 mil hectáreas (44,4% más), el centro de Buenos Aires, 65 mil (41,3% más), la Cuenca del Salado 100 mil (38,9% más), el sudoeste de Buenos Aires y sur de La Pampa 410 mil hectáreas (24,2% más) y el sudeste de Buenos Aires alcanzó las 360 mil con un aumento del 20% en el área.
La eliminación de las retenciones al girasol, el buen precio sostenido y la mejor performance agronómica del cultivo han acompañado a los productores en este crecimiento que se espera repercuta en una cosecha de alrededor de 3,5 millones de toneladas en todo el país.
Darío Rodríguez es productor en Quiroga, partido de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires. Trabaja 100 hectáreas puramente agrícolas. Son campos quebrados, con bajos salitrosos. “Como el clima venía seco y son campos de alto riesgo de inundación, decidí sembrar girasol para salir antes de marzo que comienzan los problemas hídricos para la cosecha”, relata y detalla: “sembré después de una seca importante arriesgando que no naciera. A los dos días llovieron 4 milímetros y emergió por completo. 15 días después, cuando tiraba las primeras hojas, llovieron 190 milímetros y se perdió un 20% de la superficie. Pero después de ese incidente las lluvias empezaron a acompañar al cultivo, manteniendo una buena humedad en el perfil”.
Hacía siete años que Darío no sembraba girasol. “Sembré alto oleico. La mitad con contrato y la otra mitad no. El precio de este año acompaña y en la zona se logran promedios de 2900/ 3000 kilos por hectárea”, dice y aclara: “es medio complicado pronosticar el rinde en girasol. A veces ves lindas cabezas pero tenés granos malos. Y al revés”, explica.
El lote donde Rodríguez sembró el girasol venía de cinco campañas de soja. Doble disco y soja. “Por eso la idea era no moverlo más, fertilizarlo y hacer girasol”, dice Darío y destaca que no tiene malezas ni enfermedades. “En 9 de Julio, el año pasado no se sembró girasol ni en la maceta. Esta campaña creció bastante. Los productores de la zona se volcaron al cultivo por el precio y la salida temprana. Además, se hablaba de un año más bien seco pero que finalmente fue húmedo, y esa también fue una de las razones”, relata el productor de Quiroga y argumenta que en su caso, el girasol era el cultivo que mejor margen bruto le arrojaba. “Ahora hay que ver cómo quedan los números esta campaña. Eso es lo que manda”, concluye.
Hernán Ramos produce en Pehuajó, provincia de Buenos Aires. En su campo mixto este año sembró 210 hectáreas de girasol convencional. El año anterior había recurrido a un híbrido alto oleico pero ésta vez el precio entre tipos de girasol no ofrecía gran diferencia. El año pasado cosechó 2900 kilos por hectárea de alto oleico y cree que esta campaña superará ampliamente los 3000 kilos. Una fertilización en base a fósforo y una aplicación de insecticidas para control de isoca fue toda la inversión adicional que requirió el cultivo esta campaña.
En su opinión, el precio es una de las grandes razones que justifican la vuelta del cultivo. A esto se sumó la perspectiva de año seco en la región.
Pablo Ranzatto es productor en Cambaceres, partido de 9 de Julio. También trabaja un campo mixto en el que combina soja, girasol, maíz y pasturas. Habitualmente, entre el 15 y el 20% de la superficie la destina a girasol.
Ranzatto destaca que ha venido lloviendo en el momento justo. “Estamos en un oasis acá. Más al Norte están complicados con el agua y hacia el Oeste y el Sur con la seca”, describe.
“Optamos por híbridos que sabemos tienen un buen comportamiento sanitario. Los rindes del girasol siempre son variables. El año pasado hubo rindes de 1800 a 2500 kilos, el anterior de 3500 kilos. Pero lo esperable es lograr entre 2500 y 3000 kilos en la zona, dándole un buen lote. Se ve lindo el cultivo. Calculo que para los primeros días de marzo va a estar para cosechar”, describe.
El productor de Cambaceres, que fertilizó los lotes con 80 kilos de fosfato monoamónico al costado de la línea, reconoce que este año se sumaron más lotes al girasol. “En las últimas campañas el girasol en esta zona se había convertido en una rareza botánica”, dice. “El cambio se debió un poco a la eliminación de las retenciones y al buen precio, dos factores que impactan en el bolsillo del productor”, acota.
Hace más de una década que Ranzatto siembra girasol. “Nos permite desocupar temprano el lote. Arriba le hacemos una pastura. Es un tema de manejo. Además, la nueva camada de girasoles tiene más potencial y más sanidad”, argumenta y reflexiona: “esto es prueba y error. Si los resultados son buenos yo supongo que se va ir incrementando la producción de girasol. Pero todo depende de cómo salga la cosecha”, concluye.
Gustavo Bueno es otro productor de 9 de Julio y este año sembró 80 hectáreas de girasol en campo alquilado. “El cultivo se incrementó este año pero por los pronósticos de seca. Esa fue la razón principal. La baja de retenciones no tuvo ningún tipo de efecto. Si hubieran dicho que iba a ser un año que iba a llover mucho se hubiera hecho más maíz y menos girasol”, opina.
“Hace 30 años que vengo cultivando girasol. Algunos años un poco más y otros menos por el tema de la rotación. Pero es accidental que un año haga 250, al otro 350, al otro 200 y al otro 300. Yo siembro el girasol en septiembre. Si en ese momento llueve mucho y se encharca, lo dejo y hago soja en octubre o noviembre”, describe Bueno.
“Mi experiencia con el girasol es muy buena”, dice y aclara que “ha mejorado mucho la genética”. Pero con el girasol hay que ver – dice-, “hasta que no lo cosechas, no sabes, esa es la realidad”.
Bueno tiene experiencia en la siembra de cultivos especiales pero explica que dejó de hacerlos porque no puede manejar la comercialización. Por eso optó por el girasol convencional. “Hago análisis, lo entrego directo y lo vendo cuando quiero”, termina.