¿Conservacionismo o destrucción?

Por Dardo Chiesa, presidente de CRA


El fin del año 2016 y el comienzo de 2017 se caracterizan en Argentina por los desastres ecológicos ambientales más importantes de los últimos tiempos.



Incendios de más de 1.500.000 has, al día de hoy, en las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Río Negro, San Luis y Chubut, han generado pérdidas millonarias que incluyen alambrados, puestos, corrales, hacienda, fauna y flora. Miles de hectáreas arrasadas por el fuego que representaban la oferta de forraje del ganado de la zona. Por suerte hasta ahora no hubo que lamentar víctimas humanas fatales, como se ha dado en el país hermano de Chile.

Con mucho trabajo se pusieron en marcha mecanismos, todos insuficientes frente a la magnitud del daño, que tratan de paliar las situaciones de mayor emergencia, pero absolutamente insuficientes a la hora de recomponer el daño.

No es la idea polemizar sobre las soluciones y sus alcances, primero porque no se puede discutir que no alcanzan y segundo porque no son la causa del problema.

Desde CRA lo venimos diciendo desde hace mucho tiempo: no ha habido congreso, ni jornada, ni tribuna en las exposiciones rurales en los que no se haya reclamado por la irracionalidad de la ley de reordenamiento territorial, nacional y provincial, por la irracionalidad del proyecto de Ley de Humedales y, por sobre todas las cosas, por el avance de una ola de ataques de parte de pseudoconservacionistas que con falsas premisas y operaciones mediáticas tratan de imponer una legislación que es la culpable de los desastres que estamos viviendo.

Con motivo de la visita de los ministros Buryaile y Bergman a la Sociedad Rural de La Adela, La Pampa, un productor de Pichi Mahuida les dijo: “Señores, nadie quiere y protege más el caldenal que nosotros, vivimos ahí y producimos ahí; me sorprende que funcionarios de Buenos Aires que tienen a metros el Riachuelo, que es un escándalo ambiental, no se preocupen por el mismo sino que, con un gran desconocimiento que nos termina destruyendo, legislen y normen para nosotros que estamos a mil kilómetros”.

El fachinal no es monte nativo. Las zonas rojas terminan siendo una bomba de tiempo porque el rayo no pregunta adónde debe caer y lo hace en esas zonas, impenetrables, incomunicadas, INSALVABLES. Después, a modo de infierno con viento y calor, frentes de fuego de más de 30 km son imparables y se destruye todo aquello que se quiso proteger, de la peor y más cruda manera. Hoy, sin muertos gracias a Dios.

Los que tienen varios incendios combatidos concuerdan en que se puede saber quién o qué lo produjo, pero invariablemente lo apaga Dios. O porque llueve o porque vira el viento, lo demás es mitigación y combate para tratar de salvar algo.

Ambientalmente hablando, el daño por efecto invernadero causado por los incendios es mucho mayor en cantidad y agresividad que lo que se pretende hacer creer a la opinión pública sobre la emisión de gases por los vacunos. Fondeos internacionales para evitar estas catástrofes sobran y son muy accesibles y baratos.

Para el año 2050 seremos más de 9.500 millones de habitantes en el planeta, y no existe al día de hoy la tecnología ni la capacidad de darles de comer. El desafío no es prohibir, el desafío es producir conservando el ambiente, usar la ciencia y la tecnología para producir más y mejor, dando sustentabilidad a los sistemas.

La ola conservacionista que mediáticamente nos ataca, subyuga a legisladores no informados y condena finalmente al ambiente que dicen defender. El ejemplo está en los incendios de nuestras provincias.

En la provincia de Córdoba se está tratando una ley que va a llevar al incendio del monte cordobés, sin debate genuino. Las voces técnicas son escuchadas por unos pocos para salvar el argumento de que fueron recibidos.

Leyes de reordenamiento territorial, humedales, uso de herbicidas, insecticidas y fungicidas son temas técnicos, no de politiquería, de ellos dependemos no solamente los productores y los consumidores, sino también el ambiente en el que tendrán que vivir y alimentarse las próximas generaciones.